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En este blog nos vamos a centrar en una de ellas la Vitamina D3, su deficiencia hoy en día es más común de lo que pensamos convirtiéndose en una epidemia creciente en todo el mundo que podría estar contribuyendo a cientos de problemas de salud comunes. En nuestro país se estima que un 60 % de los adultos y cerca de un 80 % de los ancianos tiene déficit de esta vitamina.
Normalmente los alimentos nos proporcionan las cantidad de vitaminas necesarias que el cuerpo asimila y aprovecha de forma adecuada, pero en el caso de la vitamina D3 la cantidad que ingerimos a través de nuestra alimentación es muy pobre ya que es una de las vitaminas liposolubles con menor presencia en los alimentos naturales. Denominada “La vitamina del sol” porque su principal fuente es la luz solar, es fabricada (aproximadamente entre el 80% y el 90%) por nuestro cuerpo cuando tomamos el sol. Los rayos de sol sobre nuestra piel, siempre con precaución, tienen efectos positivos sobre nuestro organismo aunque hoy en día el uso de protectores solares para prevenir el cáncer de piel y otros daños por la exposición a los rayos UV provoca como parte negativa que se reduzca la síntesis de esta vitamina en la piel. La disminución de la toma regular del sol y exposiciones inferiores a las recomendadas (3 veces por semana y no menos de 15 minutos al día) no es el único factor determinante además hay otros factores que influyen en la tendencia a tener niveles más bajos de vitamina D3, entre ellos las dietas vegetarianas estrictas que llevan a una ingesta insuficiente ya que las fuentes naturales de esta vitamina se basan en alimentos de origen animal, el tener la piel más oscura también favorece por el exceso de melanina que absorbe la radiación UV actuando como protector solar natural, el sobrepeso, y las personas con edad avanzada que tienen una menor capacidad para sintetizar esta vitamina y enfermedades e ingesta de medicamentos que provocan la perdida de la vitamina D3 o simplemente su mala absorción.
Varios estudios demuestran que las personas con niveles excesivamente bajos de vitamina D3, son más susceptibles de padecer la enfermedad, así como también de requerir hospitalización. Parece ser que la vitamina D3 ejerce una acción anti infecciosa e inmunomoduladora que mejora las barreras intercelulares por estímulo de la inmunidad innata, así también como por modulación de la inmunidad adaptativa. La vitamina D3 también reduce la síntesis de citoquinas inflamatorias como la IL-2 así como también actúa sobre el interferón gamma. Esto demuestra los efectos positivos en estudios con influenza, coronavirus o enfermedades respiratorias.
Se ha descrito una relación inversa entre los niveles séricos de vitamina D y la prevalencia de enfermedades infecciosas respiratorias. La vitamina D inhibe la acción de ciertos mediadores y aumenta la de otros, para así reducir los niveles de angiotensina II, proteína que se encuentra en nuestras células epiteliales del pulmón , riñón así como también del epitelio vascular, y que actúa como receptor que reconoce el virus y así penetra en su interior invadiendo su material genético para así empezar a replicarse y comenzar el proceso infeccioso.
Diagnosticar la deficiencia de esta vitamina es muy simple todo lo que hay que hacer es un análisis de sangre en donde se podrá valorar si los niveles son los adecuados. El examen médico medirá los niveles D 25 (OH). En el caso de un nivel no óptimo sería necesario aportes extras de vitamina D3 para lo que se podrían usar suplementos de esta vitamina además claro está de una dieta equilibrada o variada y un estilo de vida saludable que aporte el tiempo de exposición al sol necesarios o suficientes para evitar el déficit.
Hay algunos signos y síntomas que debe tener que le pueden estar avisando de una deficiencia de vitamina D3 en su cuerpo: Si siente tristeza y su estado de ánimo es muy bajo, siente dolor en los huesos punzante y persistente combinado con fatiga, y también problemas gastrointestinales que pueden afectar a la capacidad para absorber la grasa y por lo tanto también de la vitamina D, como la enfermedad de Crohn, la sensibilidad al gluten y no celíaca y celiaca, y la enfermedad inflamatoria intestinal.
Los pediatras recomiendan dar vitamina D3 a los bebés en sus primeros días de vida, normalmente en bebés que no están siendo amamantados pues es muy raro que se presente un estado carencial en aquellos niños que toman leche materna. Debido al consumo de vitamina D3 que se lleva a cabo durante el embarazo las mujeres embarazadas o en lactancia y aquellas que han tenido varios hijos en espacios cortos entre embarazos necesitan más vitamina D3 y deberían tomar suplementos que les ayuden a evitar su déficit.
Como esta vitamina se obtiene del sol aquellas personas que no pueden exponerse al sol por alguna situación cultural, por estar encamadas o por enfermedad también deberán tomar un complemento alimentico que les aporte vitamina D3.
La deficiencia de vitamina D3 no debe tomarse a la ligera pues como hemos podido ver es esencial para la buena salud. Comienza con el objetivo de niveles óptimos bajo la supervisión de tu médico y toma la cantidad correcta de suplementos de Vitamina D3. Tu salud te lo agradecerá!
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